El arquitecto comenta sobre su exposición "Locales comerciales en España, 1950-1960", basada en su tesis doctoral, una investigación que demandó seis años de trabajo en torno al tema.
Por Analucía Guzmán Boza. 07 octubre, 2015.
“Si todos los locales comerciales españoles de la década del 50 los colocas juntos, son capaces de narrarnos una historia unificada. Y lo interesante es que esa historia difiere de los relatos canónicos”, afirmó Jorge Losada Quintas, doctor arquitecto de la Universidad de Navarra, durante las conferencias “Research and Innovation Seminars“, realizadas por la Facultad de Ingeniería de la UDEP.
Su exposición “Locales comerciales en España, 1950-1960” está basada en su tesis doctoral, una investigación que demandó seis años de investigación en torno al tema.
Losada Quintas señala que su investigación, como toda tesis, es un trabajo específico que ha tenido que pasar por muchas horas de pensamiento para así lograr aportar algo valioso al mundo del conocimiento, pero su vocación sí es algo universal. “Una tesis te da un incentivo y descubres temas sobre los que trabajar toda la vida”, afirma el arquitecto.
¿El contenido es tan específico como parece?
El tema puede parecer muy específico y, de hecho, todo empezó como una aventura investigadora puntual, que con el tiempo me llevó a descubrir muchas cosas más. Tomando en cuenta que del 36 al 39 estuvo la guerra civil española y que en la década del 40 hubo un pobre desempeño en muchos aspectos, la década del 50 significó la asimilación de la modernidad que llegaba del resto de Europa y de Estados Unidos. Se constataba las carencias que tenía la disciplina moderna para abordar el espacio y el ambiente y empatizar con el público de entonces.
Había una reacción adversa frente a la modernidad ya que la modernidad no tenía instrumentos para apelar al confort del público. Por este motivo, los arquitectos de esos años buscaron los medios en otras disciplinas para complementar las carencias de una disciplina recién nacida, lo que, a la postre, generó una fusión de artes, una multidisciplinariedad en la arquitectura.
¿Cómo afectó esa exigencia a la arquitectura de la época?
Todos los locales eran de gente muy joven que curiosamente llegaron a ser los más grandes de las décadas siguientes. Todos ellos pasaron a la historia por determinados valores, pero cuando miras sus orígenes es posible encontrar algo muy distinto, una especie de cara B. Es algo así como encontrar unas grabaciones extrañas de los Beatles en sus inicios, y que suenan totalmente diferente a lo acostumbrado.
Y siguiendo el simbolismo de tu metáfora, ¿esas grabaciones sonarían bien o mal?
Sonarían muy bien, pero totalmente distintas. Algo interesante pero contando una historia diferente a lo canónico, no sonarían como el ‘Abbey road’ sino a algo totalmente distinto.
¿Cómo ha afectado la multidisciplinaridad a la arquitectura española actual?
Supongo que en gran medida. Era un tema fundamental a mediados del siglo pasado y, a día de hoy, sigue en boga. Sabemos que la materia última de la arquitectura es el espacio, y también que ese espacio no nos pertenece exclusivamente a los arquitectos. Existen escultores, pintores, escenógrafos o decoradores, entre otros, que también se ocupan de cualificarlo. Es por esto que el espacio como materia de trabajo no se agota desde ninguna disciplina concreta. Requiere estrategias de proyecto, técnicas y estéticas. Visto así, y volviendo a lo dicho antes, se podría decir que los arquitectos de los años 50 fueron pioneros en este sentido. Aceptaron la definición compartida del espacio y aprendieron instrumentos de otras disciplinas que se integraron al quehacer arquitectónico y que, de algún modo, todos hemos heredado. Al menos, esta es la historia que cuentan los locales comerciales.